9.- La homeopatía desde el punto de vista de los que creen

Todos los promotores, partidarios o defensores de la homeopatía, como de cualquier otra medicina alternativa, critican sin escrúpulos a la medicina científica, oficial o “alopática”.

“Homeo” versus “Alo”: Una discusión sin sentido.

El término “alopática”, usado con frecuencia para referirse a la medicina científica, procede de una mera contraposición al término “homeopática”, y supone un claro ejemplo de los planteamientos simplistas en los que se basa la homeopatía.

Según los homeópatas, sólo existen dos formas de atacar a una enfermedad: con lo mismo, y con el contrario. La homeopatía opta por curar con lo mismo (homeo = igual), y suponen que la medicina oficial opta por curar con lo contrario (alos = distinto).

Sin embargo, esta distinción arbitraria podía ser válida para las teorías hipocráticas e incluso en las teorías vigentes hace dos siglos, pero carece totalmente de sentido en el marco de una medicina moderna y desarrollada tecnológicamente, dentro del marco del método científico.

Todo el método científico va orientado a conocer la naturaleza en base a las relaciones causa-efecto. La orientación hacia el descubrimiento de las causas de los fenómenos naturales ha conducido a la ciencia al nivel de desarrollo actual, permitiendo utilizar las causas en nuestro beneficio, y predecir sus consecuencias.

En el caso de la medicina científica, ésta tiende a conocer todos los procesos que ocurren dentro del organismo, a fin de conocer las causas de los males, y describir aquellos tratamientos que puedan atacar a la propia causa o a sus síntomas según las posibilidades o la conveniencia. Puede que en determinados casos, el tratamiento para tratar o prevenir una enfermedad consista en aplicar lo mismo que la causa, siempre que eso desencadene una serie de mecanismos que permitan combatir la enfermedad (como es el caso de la vacuna de determinadas enfermedades infecciosas). Sin embargo, en otras ocasiones el tratamiento será diseñado en base a un “contrario” (Por ejemplo el uso de antibióticos), no tiene sentido asumir como dogma que debamos seguir siempre una línea u otra. Es en esta filosofía donde estriba la mayor diferencia entre la medicina científica y el resto de medicinas alternativas.

Curación versus eliminación de síntomas.

Otra falacia al uso de los homeópatas es la presunción de que sólo ellos tratan “causalmente” la enfermedad, y que, por tanto, solo ellos consiguen una “verdadera y profunda” curación. Según esto la Medicina Científica se limita a curaciones parciales y sintomáticas, e incluso siempre produciendo daños en el organismo. (Nótese aquí la influencia del entorno de finales del siglo XVIII, que hace que el discurso de los homeópatas sea trasnochado visto desde la óptica del siglo XXI).

Realmente, la Homeopatía ni diagnostica, ni cura ni trata causalmente las enfermedades. Se trata de una mera palabrería, método muy utilizado para conseguir un puro y simple engaño. O dicho de otra forma: es presumir de lo que carece.

Personalización versus despersonalización.

Otra de las críticas que más frecuentemente se hace a la medicina “oficial” es su despersonalización. Se dice que atiende a las enfermedades, pero no a los enfermos.

Tal como comenta Jorge Alcalde (Muy Especial -monográfico medicina-, 1996)

“A nadie se le escapa que la medicina moderna es insustituible, entre otras cosas, en el tratamiento de enfermedades agudas, en la terapia preventiva, en el cuidado de emergencias y en el cada vez más avanzado mundo de los trasplantes. No obstante, entre la comunidad médica parece hacer mella la idea de que sus servicios flojean en otras situaciones, especialmente en aquellas enfermedades que requieren un tratamiento largo, sostenido y apoyado por el refuerzo psicológico del paciente. El sistema médico actual, sobrecargado e impersonal, carece de la infraestructura necesaria para atender al enfermo de manera individualizada”.

Esto, que es rotundamente cierto, no puede ser utilizado como argumento válido en contra de la medicina científica y a favor de la homeopatía -o cualquier otra terapia similar- fundamentalmente por dos razones:

a) En primer lugar, hay que tener en cuenta que la situación actual del sistema público de salud es fruto de una evolución de los países desarrollados encaminado a garantizar una sanidad pública y gratuita para todos los ciudadanos. Es un elemento más de lo que los políticos llaman “sociedad del bienestar”, y al que no creo que haya nadie dispuesto a renunciar. Las soluciones al problema de la masificación pasan por:

- aumentar la dotación presupuestaria a la sanidad. Cosa que no siempre es posible en la medida deseada ya que ello supone una necesidad de incrementar fuertemente los impuestos a los ciudadanos,

- o por suprimir la gratuidad de la sanidad pública, cuya decisión no es “políticamente correcta” y supondría la pérdida de muchos votos a la opción política que lo plantee.

b) En segundo lugar, el hecho de que exista este problema no quiere decir que no tenga solución. La sanidad pública es mejorable, y debe mejorarse. Las críticas realizadas tanto por los profesionales de la sanidad como por usuarios del servicio público de salud van dirigidas a la organización de los servicios y no al servicio en sí.

Además, en esta crítica se confunde el ejercicio concreto de la medicina en los centros de salud dependientes de la administración, con la metodología de investigación y tratamiento utilizada por la medicina científica, y que es desarrollada en centros de salud públicos y privados, y en multitud de laboratorios de todo el mundo. Es un error de concepto muy grave -y muy frecuente-. De hecho, en muchos centros públicos, la atención médica y personal al paciente es excelente, a pesar de los problemas de masificación que pueda sufrir; y por otro lado existen numerosos hospitales privados con pocas camas y selecta atención a los pacientes por parte del personal, con intenso apoyo psicológico-afectivo, y en los que la medicina que se ejerce no deja de ser por ello rigurosa, moderna y científica. El problema de estos centros es que son privados, y por tanto no son gratuitos, punto éste común a todas las terapias no oficiales.

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