5.-a) Ley de Similitud

Aunque Hahnemann reconoce que él no es el creador de esta teoría sí hay que reconocerle que fue el impulsor de ella.

En 1810, Hahnemann publica su obra fundamental, Organnon der Rationellen Heilkunde, en la que define y precisa la ley de similitud, según la cual:

1. Toda sustancia activa farmacológicamente, provoca en el individuo sano y sensible un conjunto de síntomas característicos de dicha sustancia.
2. Todo individuo enfermo presenta un conjunto de síntomas que caracterizan a su enfermedad.
3. La curación se puede obtener mediante la administración de una pequeña cantidad de la sustancia cuyos efectos sean similares a los de la enfermedad.

Este principio básico de la terapia desarrollada por Hahnemman es el que ha dado nombre a la misma. Homeopatía significa “curar con lo mismo”, es decir, curar con aquello que enferma a un individuo sano; por contraposición con la Alopatía que significa “curar con lo contrario”.

A continuación, él y sus seguidores confeccionaron una relación de sustancias activas, anotando los síntomas que cada sustancia producía al individuo sano. Este proceso es el denominado “patogenesia”. De esta manera, consultando la relación de síntomas sabríamos qué sustancia se debería recetar al paciente.

En el desarrollo de su trabajo, Hahnemann y sus discípulos observaron que, en algunos de los procesos, existía un agravamiento de los síntomas de la enfermedad antes de su curación, cuando ésta se daba. Observó también que ciertas sustancias muy tóxicas administradas a animales hacían que éstos describiesen cuadros clínicos muy característicos, y que en muchas ocasiones conducían a la muerte del animal. Así, por ejemplo, el arsénico administrado a ratones, provocaba en éstos una serie de espasmos similares a los asociados a cuadros epilépticos. Reduciendo las dosis, se podía llegar a reproducir los espasmos, pero sin causar la muerte al animal; y reduciéndola más aún, se podía conseguir que el animal apenas mostrase síntoma alguno.
Estas observaciones llevaron a Hahnemann y su equipo a concluir que, cuanto menor sea la dosis administrada al enfermo, más rápida y eficaz sería la curación (¿?), desarrollando así el segundo principio básico de la homeopatía, conocido como principio de las dosis infinitesimales.

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