7.- Diluciones homeopáticas

El fundamento de la homeopatía es lograr grandes diluciones del principio activo, en agua u otra sustancia. Por ejemplo, se parte de un gramo de una sustancia homeopática y se disuelve en 9 o en 99 gramos de agua, según sea una dilución DH o CH, y se vuelve a realizar este proceso hasta 4, 7, 10 o 30 veces.

Cuando se repite este proceso y se obtiene un 12CH (algunos medicamentos homeopáticos afirman diluir hasta 30CH) entramos en un serio conflicto con la química. Porque hemos disuelto hasta tener una parte en un cuatrillón, y ya es menor que el número de Avogadro. Esto quiere decir que si tuviéramos un mol de moléculas de la sustancia inicial, en esa disolución ya no tendríamos probablemente ni una sola molécula. Evidentemente, si seguimos diluyendo seguiremos igual: sólo tendremos agua, lactosa o el alcohol empleado como disolvente.

Entre los preparados homeopáticos hay uno llamado Natrum muriaticum, muy habitual, se trata del cloruro de sodio (ClNa) o sal común, la que encontramos en el agua del mar. Si disolviéramos un grano de sal en todos los océanos de la Tierra, la disolución resultante sería incluso mayor que la de un medicamento homeopático. Pero pocas personas creerían que tomando una gota de esa agua tomaríamos algo de aquel grano de sal. Sin embargo, se estima que un 40% de los fármacos que se venden en Francia, pertenecientes a los laboratorios homeopáticos, tienen aún menos concentración. Y la gente los toma creyendo que realmente está tomando algo...

El 26 de noviembre de 2002, la serie "Horizon" de divulgación científica de la cadena pública británica de televisión, la BBC, emitía un polémico programa sobre la homeopatía. En el programa de la BBC se sometió a prueba, una vez más, las tesis de la homeopatía. No era la primera vez, pero se utilizó una disolución homeopática que se aplicó, en varios laboratorios, junto con otras muestras que sólo contenían agua destilada, a cultivos de células, para comprobar si tenían algún efecto. Las pruebas se realizaron con todos los controles adecuados, y con el acuerdo de la principal sociedad homeopática inglesa sobre los protocolos. Se ponía en juego algo más de un millón de dólares que la Fundación James Randi, creada por el ilusionista americano y firme opositor a las pseudociencias, ofrece a quien pueda demostrar un fenómeno paranormal (como que la homeopatía funciona). Los resultados volvieron a ser negativos para la homeopatía: no funcionó.

Vemos, como conclusión, que la mayoría de los preparados homeopáticos no contienen el principio activo. Samuel Hahnemann no tenía forma de saber esto en 1796, fecha en la que inventó la homeopatía (aunque en 1810 escribió su libro Organón), ya que la moderna teoría atómica no apareció hasta 1803 (Dalton y Avogadro) y se confirmó en 1811. Hahnemann murió en 1843, por lo que tuvo tiempo suficiente de conocer la no validez de la homeopatía.

A partir del descubrimiento de Avogadro, la homeopatía perdió gran cantidad de adeptos, y la mayoría de los que se han mantenido adheridos a ella se han mantenido durante más de un siglo y medio en una argumentación sumamente frágil: "no sabemos por qué, el asunto es que produce resultados".

Un ilustre contemporáneo de Hahnemann, el famoso físico y astrónomo Pierre Laplace (1749-1827), solicitó que se incorporase la medicina a la Academia de Ciencias, para que allí, en contacto con los verdaderos sabios, los médicos empezaran a hacerse científicos. Opinión que refleja bien la percepción que se tenía en aquella época respecto a la medicina.

En esa época los conocimientos fisiológicos se hallaban aún en estado embrionario, se desconocía por completo la etiología de las enfermedades, se carecía de medios adecuados de diagnóstico, las terapéuticas efectivas eran escasas y se apelaba con frecuencia a tratamientos tan brutales como inútiles, por lo que el tratar con algo que no tiene efecto como sucede con la homeopatía, tenía gran atractivo y, posiblemente, igual de beneficioso.

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